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Sacramentos 

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Quiso Jesús en los sacramentos unir su gracia a signos externos en los que se encarna, se materializa, la acción invisible del Espíritu Santo. La pedagogía divina ha querido comunicar al hombre la gracia sobrenatural a través de las mismas realidades materiales que usamos en nuestra vida ordinaria, dándoles una significación m s alta y una eficacia que de suyo no tiene ni pueden tener. 
No eligió, sin embargo, una realidad material cualquiera, sino aquella que ya en el plano natural sirve para un fin similar al que Dios quiere producir sobrenaturalmente: el agua, para lavar; el aceite, para fortificar el cuerpo; el pan, para alimentar, etc. Luego determinó que, mediante unas palabras pronunciadas con su autoridad, estas realidades materiales significaran y causaran un efecto santificador: el agua lava la mancha del pecado en el alma.

   El elemento material se llama materia del sacramento, y las palabras que lo completan y dan su eficacia a la materia se denomina forma. Cuando la forma es pronunciada por el ministro con la intención de hacer lo que hace la Iglesia, Dios confiere su gracia a través del sacramento, que es el instrumento del que se sirve para santificarnos. Tenemos ahí el signo externo de la gracia (materia y forma) y la gracia conferida. 

   El signo sensible lo componen conjuntamente la materia y la forma, y es a lo que la Iglesia da el nombre de sacramento.
 

El número de los sacramentos 

   Los sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo son siete: 

Bautismo: Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.

 

Confirmación: Este sacramento une a los bautizados más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta manera se comprometen mucho más, a extender y a defender la fe con sus palabras y sus obras.

 

Eucaristía: “La perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos lo sacramentos” (S. Tomás de A., s. th. 3, 73, 3). En este sacramento encontraremos de manera substancial a Cristo, Dios y hombre, es por esto que este se hace totalmente presente. Por medio de la comunión recibimos la presencia de Cristo. Por ello Cristo nos une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia porque Cristo es el cuerpo de la Iglesia.

Penitencia: Los que se acercan a este sacramento obtienen la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones.

Unción de los enfermos: Toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte Cristo; contribuir, así, al bien del pueblo de Dios.

Sacramento del orden: "El Orden es el Sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos, es pues el Sacramento del ministerio apostólico". Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado".


Matrimonio: Los cristianos que se unen en matrimonio lo hacen a través del sacramento, que es símbolo del amor de Cristo a su Iglesia. La Iglesia acoge con cariño a estos creyentes y, a través de la lectura de la palabra de Dios, les recuerda cómo deben vivir su vocación.


Aunque el Nuevo Testamento en ningún lugar los enumera juntos, sí habla de modo claro y explícito de cada uno de ellos. Señalamos los principales textos: 

1. Bautismo: Mt. 28, 19; Mc. 16, 16; Jn. 3, 5. 
2. Confirmación: Hechos 8, 17; 19, 6. 
3. Eucaristía: Mt. 26, 26; Mc. 14, 22; Lc. 22, 19; I Cor. 11, 24. 
4. Penitencia: Mt. 18, 18; Jn. 20, 23. 
5. Unción de los enfermos: Mc. 6, 13; Sant. 5, 14. 
6. Orden sacerdotal: I Tim. 4, 14; 5, 22; II Tim. 1, 6. 
7. Matrimonio: Mt. 19, 6; Ef. 5, 31-32. 

 

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