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Sacramento del Bautismo

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Santa Teresita

El bautismo, al igual que cualquier otro sacramento, necesita de utensilios, canciones, palabras, gestos simbólicos y signos que todo juntos hacen que de luz a la bella celebración  e indispensable en la vida de todo cristiano.

El agua cumple la función de purificar al bautizado, de limpiar simbólicamente de su cuerpo y de su alma, todo signo de pecado. De hecho, este líquido es universalmente reconocido como un símbolo de vida, que nutre la tierra para que de frutos. Lo mismo hace con el alma del bautizado. 

 

El crisma es un aceite consagrado y aromático que se utiliza para sellar la entrada de los bautizados a la gran familia de la Iglesia. Además del bautismo, se utiliza durante los sacramentos de la confirmación y de la ordenación sacerdotal. En el bautismo se utiliza para ungir la cabeza del bautizado, dándole una especie de sello que lo consagra en su nuevo rol.

 

Además del crisma, el aceite santo también es de gran importancia, pues al ser ungido, el bautizado se declara como un soldado de la fe y un miembro de la cristiandad. Con este óleo, el sacerdote dibuja una cruz en el pecho y otra entre los omóplatos de los bautizados, lo cual simboliza la fuerza en la lucha contra las tentaciones, dándole una especie de escudo contra el pecado.

 

La vela o el cirio que se entrega a los padres o al padrino de los bautizados simboliza a Cristo, la luz del mundo, con la esperanza de que ilumine al niño y permita que quienes lo aman y apoyan lo acompañen en su camino de fe. También representa la ayuda que la iglesia debe proporcionar a su nuevo miembro para encontrar su propia luz en el mundo, recordando que La luz fue el primer regalo de Dios, su primera creación. 

 

La vestimenta blanca que se porta durante el bautismo es símbolo de la nueva vida y de la nueva dignidad que tiene el bautizado. En la antigüedad, los que se bautizaban tenían que llevar una túnica blanca nueva antes de unirse a los demás fieles de la Iglesia. Así que la vestidura blanca expresa la pureza del alma devuelta sin mancha tras el bautismo, el cambio profundo y la renovación interior que el sacramento ha traído a quien lo recibe.

Es el sacramento que nos inicia en la vida cristiana. Nos hace Hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios, lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40,3-4).